Tres tentáculos de Centroamérica (o tres poemas de Omar Cruz)
- Omar Cruz
- hace 17 horas
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Por Omar Cruz
Nombramos a la hoguera
[cuando se enciende
en la madrugada]
La casa en la que viví
está inhabitada:
pero la puerta
tiene la misma hendidura
que el filo del hacha
le hizo al árbol aquel día
en el que vió
sus formas al nacer.
Nombramos a la hoguera
[para que el vestigio
nos pueda desafiar.]
En el marco de la ventana:
siguen las huellas
del niño
que dibujaba oropéndolas
y zanates
con la polvareda de las calles
y el subterfugio
de los arcoíris.
Nombramos a la hoguera
[mientras la herida
decide volver.]
Las paredes siguen intactas:
pero no olvidan
la luz en los pasillos
ni el corte preciso
de las palabras
ni las cicatrices
que hicieron los espejos
cuando reflejaron
la anatomía de las moscas
y la metamorfosis
de las cucarachas.
Nombramos a la hoguera
[cuando el silencio
ha decapitado la noche.]
La casa en la que crecí
sigue inhabitada:
en el techo aún están
colgadas las voces
y los presagios
que las arañas tejieron
desde el primer día
en el que nos fuimos
cuando aun
las antorchas
estaban encendidas.
Nombramos a la hoguera
[para ser testigos
de la bruma
que se riega por las mañanas.]
Himno a la mar
«Que caiga la lluvia sobre nuestras faces
uniéndonos en un abrazo silencioso y cruel»
—Leopoldo María Panero
Puedo escuchar el mar
cuando en las altas noches
parece caerse a pedazos
y retorcerse sobre los barcos
—cuando le escupen petróleo—
y reanimarse sobre la bruma
que emerge en las noches.
Puedo escuchar el mar
que es la tumba
de las amapolas.
Puedo escuchar el mar
en los castillos construidos
con la sal y vértebras de sus olas.
Puedo escuchar el mar
que tiene en su aura
el símbolo de la vida.
Puedo escuchar el mar
cuando se levanta y trae consigo
el vendaval formado por los golpes
y las heridas acumuladas.
Puedo escuchar el mar
construido con retazos
de la vieja habitación.
Puedo escuchar el mar
en cada susurro que deambula
por los tentáculos decadentes
de los cefalópodos y los gusanos.
Puedo escuchar el mar
cuando cae la lluvia entera
y contempla las estrellas.
Puedo escuchar el mar
entre los anchos valles
que pavorosos y llenos de tortugas
llegan hasta la cima del cielo.
Puedo escuchar el mar
que lanza preguntas
sobre el edén de los suicidas.
Puedo escuchar el mar
en el sonido de los plásticos
que lo mutilan e invaden.
Puedo escuchar el mar
que es rasguño
sobre la piel del hombre.
Puedo escuchar el mar
presagiando la enfermedad
y la cruel llegada de las arañas
a los nidos de las golondrinas.
Puedo escuchar el mar
que surge de la lágrima ácida
engullida sobre la nada.
Puedo escuchar el mar
pero es imposible
que no me escuche
y mucho menos
ahora que he decidido
fundir una alianza
y ser huésped
en su temblorosa ola
que lleva al atardecer.
Puedo escuchar el mar
y sólo de pensar en su rugido
un cuernomadre ha invadido mi ser.
No hay ángeles en esta tierra
Esperando allí entre la ruinas del mundo
al señor con yelmo y con espada
al señor sin fruto de la nada
—Leopoldo María Panero
Por las mismas calles
que nos vieron crecer
seguimos transitando, Leopoldo
por los mismos callejones olvidados;
rodeados de cráteres y charcos
en los que se ven grandes abismos
que no esperan de regreso otra mirada.
Tenemos una igual cantidad de heridas
y algunas se han hecho llagas,
las moscas nos siguen habitando
y en el interior de nuestras pieles;
otro nombre que no nos pertenece
sigue brotando, Leopoldo María Panero.
Cuando la noche llega con su guadaña
la esperamos bajo los mismos cuadros
y repetimos la oración de antaño
con las ocho estrofas que no hemos olvidado.
La historia se repite igual
Leopoldo María Panero
y la rutina sigue siendo ese fantasma:
que emerge de la alta bruma
y nos escupe tantas veces en la cara
como nunca lo hemos deseado.
No hay ángeles en esta tierra
Leopoldo María Panero
solo sombras que no retornan
a su impávida y gris cuna
y se vuelven hacia nosotros
como si no fuera suficiente;
andar descalzo y moribundo
y sin razón de ser en esta tierra.
FICHA CURRICULAR
Omar Cruz (El Progreso, Yoro, Honduras, 1998.) Estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Poeta, narrador, ensayista y ponente. Seleccionado en el sistema internacional de becarios en el área de humanidades (Filosofía y Literatura) por la Universidad Cardenal Herrera de España, es también ganador del premio nacional «TOYP: Ten Outstanding Young Persons 2025» en la rama de Logros Culturales. Algunos de sus textos aparecen en diversas revistas literarias y periódicos de América, España y Alemania. Ha sido ganador y finalista en algunos certámenes de literatura a nivel internacional, es también laureado por la Excma. Diputación de Sevilla, España. Ha publicado los poemarios; «Hologramas de ayer, hoy y para siempre…» (Atea Editorial, 2019) y «Quimeras para después de la ceniza» (Atea Editorial, 2024.) Su obra literaria ha sido traducida parcialmente al Inglés, Francés, Catalán, Italiano y al Japonés.

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