top of page

Tres tentáculos de Centroamérica (o tres poemas de Omar Cruz)

  • Foto del escritor: Omar Cruz
    Omar Cruz
  • hace 17 horas
  • 4 Min. de lectura




Por Omar Cruz



Nombramos a la hoguera

 [cuando se enciende

               en la madrugada]



La casa en la que viví

está inhabitada:

              pero la puerta 

tiene la misma hendidura 

         que el filo del hacha

le hizo al árbol    aquel día 

en el que vió 

           sus formas al nacer.


Nombramos a la hoguera 

[para que el vestigio

           nos pueda desafiar.]


En el marco de la ventana:

siguen las huellas

                del niño

que dibujaba oropéndolas

                           y zanates

con la polvareda de las calles

y el subterfugio 

                         de los arcoíris.


Nombramos a la hoguera 

             [mientras la herida

 decide volver.]


Las paredes siguen intactas:

pero no olvidan

              la luz en los pasillos

ni el corte preciso

     de las palabras

     ni las cicatrices 

que hicieron los espejos

     cuando reflejaron 

la anatomía      de las moscas

                     y la metamorfosis 

de las cucarachas.


Nombramos a la hoguera 

    [cuando el silencio 

ha decapitado la noche.]

La casa en la que crecí 

sigue inhabitada:

en el techo    aún están 

       colgadas las voces

y los presagios

que las arañas tejieron

       desde el primer día

     en el que nos fuimos 

cuando aun

                 las antorchas 

estaban encendidas.


Nombramos a la hoguera 

             [para ser testigos 

                    de la bruma 

que se riega por las mañanas.] 










Himno a la mar


«Que caiga la lluvia sobre nuestras faces

uniéndonos en un abrazo silencioso y cruel»


—Leopoldo María Panero


Puedo escuchar el mar

             cuando en las altas noches

parece caerse a pedazos 

          y retorcerse sobre los barcos

—cuando le escupen petróleo—

y reanimarse sobre la bruma

              que emerge en las noches.


Puedo escuchar el mar 

            que es la tumba

                       de las amapolas.


Puedo escuchar el mar

                en los castillos construidos

con la sal y vértebras de sus olas.


Puedo escuchar el mar

        que tiene en su aura

                      el símbolo de la vida.


Puedo escuchar el mar 

   cuando se levanta y trae consigo

           el vendaval formado por los golpes

                                  y las heridas acumuladas.


Puedo escuchar el mar 

             construido con retazos

de la vieja habitación.


Puedo escuchar el mar 

                      en cada susurro que deambula

         por los tentáculos decadentes 

                       de los cefalópodos y los gusanos.


Puedo escuchar el mar 

     cuando cae la lluvia entera 

                y contempla las estrellas.


Puedo escuchar el mar

             entre los anchos valles

que pavorosos y llenos de tortugas 

             llegan hasta la cima del cielo.


Puedo escuchar el mar 

       que lanza preguntas

              sobre el edén de los suicidas.


Puedo escuchar el mar

                     en el sonido de los plásticos 

que lo mutilan e invaden.


Puedo escuchar el mar 

          que es rasguño 

                  sobre la piel del hombre.


Puedo escuchar el mar 

        presagiando la enfermedad

y la cruel llegada de las arañas

         a los nidos de las golondrinas.


Puedo escuchar el mar 

      que surge de la lágrima ácida

                    engullida sobre la nada.


Puedo escuchar el mar 

             pero es imposible

que no me escuche

               y mucho menos 

               ahora que he decidido

fundir una alianza 

       y ser huésped 

                  en su temblorosa ola 

                   que lleva al atardecer.


Puedo escuchar el mar 

     y sólo de pensar en su rugido

            un cuernomadre ha invadido mi ser.











No hay ángeles en esta tierra


Esperando allí entre la ruinas del mundo

al señor con yelmo y con espada

al señor sin fruto de la nada


—Leopoldo María Panero



Por las mismas calles 

            que nos vieron crecer

seguimos transitando, Leopoldo

           por los mismos callejones olvidados;

 rodeados de cráteres y charcos

 en los que se ven grandes abismos

         que no esperan de regreso otra mirada.



Tenemos una igual cantidad de heridas

              y algunas se han hecho llagas, 

las moscas nos siguen habitando 

                  y en el interior de nuestras pieles;

otro nombre que no nos pertenece

       sigue brotando, Leopoldo María Panero.



Cuando la noche llega con su guadaña

la esperamos bajo los mismos cuadros

     y repetimos la oración de antaño

con las ocho estrofas que no hemos olvidado.



La historia se repite igual

          Leopoldo María Panero

y la rutina sigue siendo ese fantasma:

        que emerge de la alta bruma

y nos escupe tantas veces en la cara

        como nunca lo hemos deseado.



No hay ángeles en esta tierra 

                    Leopoldo María Panero

solo sombras que no retornan

a su impávida y gris cuna

              y se vuelven hacia nosotros

como si no fuera suficiente;

 andar descalzo y moribundo

          y sin razón de ser en esta tierra.




FICHA CURRICULAR


Omar Cruz (El Progreso, Yoro, Honduras, 1998.) Estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Poeta, narrador, ensayista y ponente. Seleccionado en el sistema internacional de becarios en el área de humanidades (Filosofía y Literatura) por la Universidad Cardenal Herrera de España, es también ganador del premio nacional «TOYP: Ten Outstanding Young Persons 2025» en la rama de Logros Culturales. Algunos de sus textos aparecen en diversas revistas literarias y periódicos de América, España y Alemania. Ha sido ganador y finalista en algunos certámenes de literatura a nivel internacional, es también laureado por la Excma. Diputación de Sevilla, España. Ha publicado los poemarios; «Hologramas de ayer, hoy y para siempre…» (Atea Editorial, 2019) y «Quimeras para después de la ceniza» (Atea Editorial, 2024.) Su obra literaria ha sido traducida parcialmente al Inglés, Francés, Catalán, Italiano y al Japonés.





Comments


© 2023 Cámara rota. All Rights Reserved.

bottom of page