Frida Cartas
Yo ya tengo legalmente todo listo, para cuando vengan por mí, dice Mirna Medina, la lideresa de “Las Rastreadoras” del Fuerte, Sinaloa. Con esa seguridad de quien se sabe que incomoda a un Estado mexicano indiferente con el tema de los desparecidos y el dolor de sus familias por no tenerlos, pero hay que decirlo sin pelos en la lengua, también un Estado mexicano coludido justo con los grupos delictivos, sicarios y narcotraficantes, que son quienes han creado el espacio del horror para la violencia y las desapariciones.
En este documental de José María Espinosa, el espectador puede ver claramente cómo la lideresa no tiene ninguna confianza en las autoridades ni instituciones; no está interesada en lo más mínimo por pugnar antes las instancias para realizar las redes, acompañamientos y búsquedas, que hace junto con el grupo de mujeres que encabeza. Ese no es su trabajo.
Es un largometraje crudo, que muestra cosas bastantes duras de las historias de vida de sus protagonistas, las condiciones de pobreza o indiferencia del contexto, incluso situaciones en que han abusado económicamente con su dolor y búsqueda, o han sido burladas, pero también permite darse cuenta del peligro que las acecha al recorrer zonas desérticas con sus propias manos y recursos para buscar esperanzas, “tesoros”, que pueden ser sus hijos.
Y aunque el documental se centra en Mirna y Roberto, su hijo, la edición, objetivo, y perspectiva del director, terminan narrando la historia de una gran familia unida que trabaja colectiva y amorosamente, porque en medio de la tragedia y el terror de la necropolítica de este país, se han reconocido iguales, se han nombrado fuertes, con miedo sí, pero a pesar de él y por encima de él, no se han paralizado y la energía que crean en familia y en colectiva, les permite activarse, seguir, salir, y buscar. Hasta encontrarlos.
Este es el punto más hermoso que nos regala la película, saber que aún en lo más oscuro del cansancio, y en lo más hondo de un duelo, hay luz y hay alegría, hay apuesta por la vida, y no se rinden. Son mujeres, amas de casa, abuelas, vecinas, compañeras, amigas, y ahora hermanas. Son mujeres que están haciendo el trabajo que los tres niveles de gobierno no quieren hacer. Y en ese sentido son mujeres demostrándole al mundo que son las mujeres, esas que no tienen un doctorado y están en casa trapeando y haciendo la comida, las mismas mujeres que no vacilan ni les tiembla la mano cuando de cambiar al mundo y los sistemas de corrupción, se trata. Son Las Rastreadoras del Fuerte, las que con su chamba, amor, alianzas y ejemplo, están inspirando a otras mujeres y colectivas en otros estados del país a darle la cara a la indiferencia y al poder. A hacerles frente, con una maternidad política que jamás pensaron.
El largometraje forma parte ahora del Ciclo de documentales de Ambulante, y puede verse gratis hasta el 31 de agosto con sólo descargar la aplicación de Cinepólis Klic, y hacer un breve registro. Así que esta es una oportunidad más para ver la otra cara del cine mexicano, la del documental que las nuevas generaciones de jóvenes cineastas están creando en los últimos años, un cine con conciencia social, con crítica, con intención de aportar esperanza, que generen la diferencia cualitativa en las narrativas, pero también por qué no, en lo social.
La oportunidad de ver un tema tan escabroso, en una película, como el de los desparecidos, dándole vuelta al sensacionalismo, la parcialidad, o el hacer una mirada tendenciosa y típica de otros medios de comunicación, porque aquí, en “Te nombre en el silencio”, es el amor, el perdón, y la esperanza, lo que mueve la búsqueda. Hasta encontrarlos.
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