Por Arman Tleyotl
Hay noches en las que Juan se siente más susceptible.
Quizá en ésta
algo tiene que ver la hojarasca
que es arrastrada
por el viento de otoño en el pavimento.
Que las luces de los faroles en el parque
son amarillentas y débiles.
Hay noches en las que Juan se siente más susceptible.
Tal vez hoy algo tiene que ver la luna
casi cubierta por un velo de nubes.
Que pasa una pareja tomada de la mano.
Pasa una dama paseando a su perro.
Compañía y cariño mutuos. Y él, camina solo.
Hace frío.
Mete las manos a los bolsillos.
Hay noches en las que Juan se siente más susceptible.
El recuerdo de la también solitaria infancia.
De la orfandad de la infancia.
Del repaso de lo no realizado en su momento.
De los errores.
De las oportunidades perdidas.
De los rechazos.
De la orfandad actual.
Esta noche se siente muy susceptible.
Y tiende a dejarse caer.
A irse para siempre. Por fin.
Pero no lo hace.
Sigue.
Infla su pecho. Afirma el paso.
Piensa.
Piensa.
Y sigue.
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