Imagino el rose de mis dedos contra tu suave cabello. ¡Dios! Eres preciosa…
¿Cómo llegamos a sentir esto?
¿Cómo llegaste tan dentro?
El otro día estaba en mi ventana, fumando, mirando a la nada y te imaginaba sentada a mi lado. Añoro estar junto a ti, cumpliendo todo lo que nos hemos escrito: las salidas, los besos, las caricias.
¿Cómo es que incluso en la lejanía te siento tan cerca? ¿Cuál es tu secreto para tocar tan adentro? ¿Me lo vas a confesar? ¿Cómo unas letras tuyas pueden hacer que mi alma se sienta tan ligera, tan en paz? Es como si la acariciaras con manos de seda, las más suaves, llevándola a un orgasmo de paz, pura y simple paz que se siente estallar y en el estallido despierto, llorando de risa.
¿Cómo puede alguien ser tan simple como yo? ¿Cómo puede alguien que me hace llorar de risa también hacerme llorar de amor? Y fue entonces que me llevaste a descubrir que para amar no se necesita el contacto físico, si no el de las almas…
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