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  • Foto del escritorCámara rota

La ahorcada



Por Luca Moriatur


Fue en el cuarto día del mes tercero… recuerdo muy bien la pesadez que embargaba mis ojos, pero debía parecer atento aquella pequeña tertulia al cual fui invitado. A decir verdad, el tema no era de mi gusto, aunque dentro de los asistentes podía visionar a personas de alta alcurnia y con un porte de muy buen letrado. 


Alrededor de las tres horas, la reunión se fue tornando trillada para mi persona y martillando mis pensamientos, se hacía presente el constante sonar del minutero de mi reloj de muñeca. Casi de manera maquinaria empecé a medir los minutos haciendo énfasis entre las palabras del dirigente de la reunión. Creo que parte de la plática ya se encontraba en el punto final pero una jaqueca prematura estaba surgiendo entre mis sienes. Casi en acción de retirada y a media señal pedí permiso a la persona de mi lado izquierdo excusándome con la necesidad de acudir al sanitario. 


Casi corriendo por los corredores de la inmensa casa donde me encontraba y casi sollozando (para parecer creíble) me acerque a la anfitriona y le dije con mucha mesura, respeto y en un tono muy bajo que me retiraría porque estaba en camino del infierno por mi jaqueca y antes empezar a maldecir a todos los invitados debido a mi dolor, prefería retirarme incluso sobre la acción de que ella se molestara conmigo sabiendo que así seria. Empecé a recorrer esos largos corredores, pensando en retirarme de esta aburrida reunión que aún me seguía preguntando porque había aceptado la invitación. 


Pero bueno, ya estaba allí y lo mejor de esto es que estaba por salir de ese lugar torvo e inadecuado a mis preferencias sociales. Llegue hasta mi vehículo que cabe resaltar era una motocicleta hecha para recorrer cualquier tipo de terreno. Esta serviría para poder salir del lugar donde mis modales me habían llevado esa noche que iba a ser para mí una más que quedaría en mi memoria. Empecé por sacar mis llaves del bolsillo izquierdo del pantalón y proseguí a encender mi motocicleta, listo para salir me enfile a tomar el asfalto que me llevaría al centro de la ciudad, pasando dos de cinco túmulos que se encontraban en el barrio.


Decidí mentalmente tomar el camino largo que se encontraba a mi derecha y a tan solo quince metros de mi posición. Al llegar al tercer túmulo del camino en la lejanía hasta donde permitía el haz de luz de mi motocicleta logré divisar una silueta femenina que en el sentido humano parecía muy apetecible y poder encontrar esa dama por esos caminos y a esas horas de la noche se tornaba algo interesante y muy lleno de intriga. 


Avance en mi camino y al llegar hasta el lugar donde se encontraba la dama con un tono muy amable pregunte si necesitaba algo, a lo que contesto – Deseo irme de este lugar oscuro quizá usted podría llevarme al centro de la ciudad pero podría irse por este camino para no tener que retornar al camino corto – al escuchar esto e ignorando todos los riesgos dije– ¡Sí! – la dama acomodó su vestido corto y floreado (pude divisarlo aún en la penumbra) y subió a la parte trasera de la motocicleta e inicie mi camino, no sin antes sentir sus brazos fríos alrededor de mi torso. Acción que me tomó por sorpresa y a su vez me encendió mis hormonas de macho. 


Avanzando entre aquellas sombras que formaban arbustos y cercados de tierras olvidadas por sus dueños, la dama siguió en silencio hasta que llegamos a una sección más oscura de lo habitual lo que hizo que se activará mi sentido de precaución. De repente ella reaccionando habló cerca de mi oído expresando estas palabras que aun retumban en mi cabeza - ¡Ve despacio eh! en esta parte exactamente donde vez esos tres árboles, precisamente en el de en medio fue el que escogí para ahorcarme hace tres años… 


No sé en qué momento dejé de sentir los brazos fríos porque al escuchar esto mi cuerpo se tornó frio y empecé a temblar de una manera incontrolable. Solo recuerdo esas palabras y luego sé que desperté en una gasolinera de las afueras de la ciudad y una pareja de ancianos que me despertaron con unas gotas de alcanfor y alcohol. Ellos me comentaron que me encontraron tirado a 20 metros de los tres árboles con mi motocicleta parqueada al lado mío. Todo es inexplicable, todo se vuelve confuso al recordar esa noche, al recordar a esa dama, pero puedo jurar que aun ronda en mi ese acontecimiento extraño, que aunque parezca raro fue algo que yo viví… al menos eso creo.


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