Respiración lenta una y otra vez, silencio profundo.
Me asomo y todo parece normal, el oxígeno activado, la insulina en su estado. Sus ojos cerrados parecen decirme algo; sólo veo que se mueven como lentas canicas, su boca abierta, sus dientes podridos.
Respiración lenta, una y otra vez, el crucifijo en su lugar sobre la cabecera de la cama, silencio profundo, la insulina en su lugar, lamentable situación. ¿En qué estarás pensando? Tus ojos se mueven como canicas lentas de un lado a otro sin que puedas abrirlos; es como si el telón del teatro se baja, tus pestañas se bajaron, ¿abrirás tus ojos de nuevo? No tenemos la misma sangre y es cruel que nadie te visite, nadie te recuerde.
Emprenderás el vuelo al rato, mañana, en un mes, quizá en un año, - no, no creo que sea dentro de un año-.
Respiración lenta, una y otra vez, silencio profundo. La recamara huele a humedad, la alfombra tiene manchas de medicamento porque cuando estabas mejor me aventabas las cucharadas con medicina, tiene algunas manchas de orina, orina inservible que sale de tu cuerpo sin avisar.
Respiración lenta, una y otra vez, silencio profundo, volteo y miro el mueble viejo del rincón de la esquina y veo una cucaracha pasar, no creo desinfectar, no vale el esfuerzo, ésta casa quedará en abandono muy pronto. Vestidos floreados con olor a humedad, ¿en qué tiempo se fue su esposa, su hija, su hermana? Es absurdo que me den una bonificación por cuidarlo, por venir unas horas y observar las manecillas del reloj avanzar, por cambiar su sabanas esperando que abra los ojos y cierre esa boca enorme. Creo que era mejor que lo llevaran a un hospital, en este edificio, en este apartamento, en esta recámara no se recuperará.
Respiración lenta, una y otra vez, silencio profundo.
Es un pesar el tiempo entre la humedad, la cucaracha, los vestidos, el crucifijo, ese tapiz anticuado, sus dientes podridos y mi vocación por cuidar personas en las que falte poco para que su botón pase de on a off.
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