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Foto del escritorNicolás Jaula

Hellboy: The Crooked Man



Por Nicolás Jaula


Este año se estrenó sin pena ni gloria Hellboy: The Crooked Man, segundo reinicio de la adaptación cinematográfica del cómic más famoso de la editorial Dark Horse. Con todo en su contra (el fracaso de la versión del 2019 dirigida por Neil Marshall, el rumor de ser un producto pensando únicamente para retener los derechos de explotación en cines, y la estela del gran trabajo que hizo Guillermo del Toro a principios de los dos mil), Brian Taylor (Mom and Dad) nos entrega un experimento fallido como película, pero que triunfa en abrir nuevos horizontes para el cine basado en cómics.


En esta ocasión, Hellboy se encuentra varado accidentalmente en los Apalaches a finales de la década de los cincuentas, donde tendrá que enfrentarse a un clan de brujas y un ente salido del infierno que mantiene aterrorizada a la población local.


Con una ambientación lúgubre que dista de los tonos fantásticos que vimos en las dos adaptaciones anteriores, Taylor intenta, sin éxito, adentrase abiertamente en el cine de terror. Su principal obstáculo: el presupuesto, que solo le alcanzó para asemejar su producto a un capítulo de la serie Supernatural o Constantine, quedando lejos de Drag Me to Hell (Sam Raimi, 2009), con la que comparte elementos.


Pese a una larga lista de problemas (mal ritmo, diálogos excesivos que no aportan nada y unos malos efectos especiales que te sacan constantemente de la narrativa), Hellboy: The Crooked Man se coloca como una mala cinta que abre el camino para que directores como Steven Kostanski (The Void), Nia DaCosta (Candyman), Gareth Evans (Apostle), Fede Álvarez (Don't Breathe) o Jeremy Saulnier (quien ya tiene listo el remake de The Toxic Avenger), asuman proyectos similares, solo que con mejores guiones y presupuesto.



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