Por Guillermo Martínez Collado
La diabetes postró a John Fante en sus últimos días. Ciego y con las piernas amputadas, solo podemos imaginar la angustia que sintió aquel hombrecillo nervioso al ver que su cuerpo no daba más de sí. Él tenía parte de culpa, no podemos olvidar que era alcohólico. Sin embargo, Fante no se resignó. Fue capaz de dictar a su mujer la que sería su última novela, Sueños de Bunker Hill. Hay que tener mucha fuerza de voluntad para eso. Y rabia. Mucha rabia.
Pero vayamos por partes. ¿Quién era este escritor del que estamos hablando? Fante no es un apellido de primera línea. No es un nombre que haya trascendido de tal manera que suene a todo el mundo. Fue leyendo el blog de un conocido escritor español, Kiko Amat, donde vi el nombre de John Fante por primera vez. Era una de las lecturas que se podían catalogar como imprescindibles según el carismático autor de Revancha. Contaba que los libros de Fante eran confesiones en primera persona. Una "verdad emocional envuelta en ficciones y una disección de las propias tripas". Y tirando del hilo, no es raro encontrar las alabanzas que el mismísimo Bukowski regalaba a Fante, quien tendría una influencia en sus libros durante toda su vida.
John Fante nació en Colorado, en Estados Unidos, a comienzos del siglo veinte. Su padre era un italiano que emigró a América para acabar trabajando de albañil. Su madre, nacida en Chicago, era a su vez hija de inmigrantes italianos. El ambiente en el que creció Fante era el de una familia pobre, de unos fuertes valores religiosos y aspirantes a ser para siempre parte de la clase social más baja, la que se mata a trabajar y no tiene margen para sus sueños. Fante, sin embargo, era americano de nacimiento, y sus ideales eran los de cualquier chico de su entorno, lo cual chocaba de pleno con la manera de ver la vida de una familia tan cerrada y conservadora. Quería prosperar, ser jugador de béisbol, escritor, vivir la vida intensamente. En sus planes no estaba el trabajar de sol a sol ni ser un beato temeroso de dios. Odiaba sus orígenes y a la vez sentía ternura por ellos.
Fante se formó en diversas escuelas católicas. Pasó por la universidad de Colorado y partió a la ciudad de Los Ángeles, concretamente a sus barrios menos glamurosos, para luchar por su sueño de convertirse en escritor. Mandó sus relatos a las mejores revistas, que uno tras otro los fueron rechazando. Finalmente, lograría que le publicaran su primer texto, con la condición de que fuera él mismo quien lo transquibiera. Sin duda, eran otros tiempos. No es difícil imaginarse al escritor aporreando las teclas de una vieja máquina de escribir, fumando y medio borracho, en alguna pensión de mala muerte de un suburbio angelino.
En los siguientes años, tuvo que compaginar su tarea como escritor con el trabajo de guionista para películas de Hollywood. Por ideal que suene, para Fante no dejaba de ser un trabajo sin pasión que le permitía seguir luchando por su sueño, convertirse en un gran escritor. De todos modos, alguna de estas películas tendría cierta relevancia, como Walk on the Wild Side, protagonizada por Jane Fonda, en 1962.
La parte central de la obra del John Fante escritor es sin duda la saga de Arturo Bandini. Este personaje de ficción, es en realidad un alter ego brutal del propio Fante, un díscolo adolescente, hijo de italianos inmigrantes, con grandes sueños de escritor pero que choca de bruces con una intensa realidad.
"Espera a La Primavera, Bandini", publicada en 1938, presenta a un Bandini a medio camino entre la niñez y la adolescencia más turbulenta, tratando de sobrevivir en la agobiante presión de una familia que se rompe. Se parece tanto a la propia vida del autor que se confunde con él y llena sus historias de verdad. Su madre es una ferviente y sumisa católica. Su padre, un albañil feroz, amante del vino y mujeriego, que abandona el hogar para irse con una rica viuda. El chico solo desea que pase el invierno para que se derrita la nieve y se pueda jugar de nuevo al béisbol en la calle. La voz del autor aparece claramente. Sus personajes son tan realistas y cercanos y gozan de tal sentido del humor que te introducen en la historia hasta las trancas.
"Pregúntale al Polvo" vio la luz solo un año después, y se convirtió en la novela más popular de su autor. En ella, de nuevo se cuenta en formato de ficción una historia real. Arturo Bandini vive en un hotel de mala muerte del barrio de Bunker Hill. Se alimenta a base de naranjas y de alcohol y comienza una destructiva relación con la camarera mejicana del bar al que acude regularmente. Su historia de amor y odio con la ciudad de Los Ángeles mezcla el deseo de triunfo y riqueza con un miserable presente. Todo genera pasión y odio a Bandini. Su ascendencia italiana, la nacionalidad de la mujer que desea o la manera de enfrentarse a sus ambiciones como escritor. Nada desea más que publicar sus relatos, y nada parece más difícil.
La novela comenzó con buenas ventas, y parecía que Fante se consagraría como el gran escritor californiano. Sin embargo, las críticas fueron irregulares, y finalmente, Hitler se cruzó en su camino. El libro del pequeño dictador, Mi Lucha, fue lanzado en Estados Unidos por la misma editorial de Fante, sin el permiso del enano bigotudo. Una denuncia puso contra las cuerdas a Stackpole Sons, que dejó de imprimir Pregúntale al Polvo por falta de recursos.
"Camino de Los Ángeles" estuvo inédita hasta 1985, dos años después del fallecimiento de su escritor, aunque fue escrita varias décadas atrás. En los ochenta la fama de Fante estaba en alza, después de que Charles Bukowsky pregonara a los cuatro vientos su grandeza. En el libro se nos presenta de nuevo a un bisoño Bandini, que trabaja en empleos duros y mal pagados, sueña con ser escritor y alardea delante de las chicas de ser lo que no es. Lee a filósofos alemanes, lucha contra su explotación laboral y contra el poder establecido, pero al final su lucha personal es contra todo lo que le rodea y, sobre todo, contra sí mismo. Un personaje tan lleno de vida y con tanta pasión que no puede evitar salir a buscar su destino.
Aún existe un libro más de Bandini. Es aquel que un ciego Fante dictó a su esposa. "Sueños de Bunker Hill" se publicó en 1983, y cuenta las aventuras de Bandini en esa colina de Los Ángeles, donde escribe relatos y trabaja de camarero. Comienza un trabajo como guionista, muy prometedor al principio pero que acaba abruptamente. El escritor debe volver a Colorado donde, como no, inicia una imposible historia de amor. Otra vez se mezcla con tanta intensidad la vida de Fante con la de Bandini y con tanta pasión, que es inevitable pensar que se está leyendo la lucha real de la persona y no la del personaje.
Hoy se considera a Fante como un clásico de la literatura, un grande de siglo XX. Un secreto a voces bien guardado. El gran éxito de Fante, posterior a su muerte, lo ha convertido en una de las grandes influencias de las letras modernas.
Se me viene a la cabeza una escena imaginaria. En ella, Fante y yo conversamos sentados a una mesa. Le expongo un pequeño dilema. En él, debe elegir. Ser un escritor que conoce el éxito en vida y disfruta de la fama en una vida alegre pero lejos de toda trascendencia, o ser un escritor anónimo que tras su muerte se convierte en un clásico moderno que golpea con sus frases a los lectores que se acercan a sus libros, generación tras generación. Puedo imaginar la respuesta, la que daría Fante, la que pondría en boca de su personaje, Arturo Bandini. La que gritaría lleno de rabia, dando un puñetazo encima de la mesa.
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