Por Olliniltzin López
Esta semana fue una de esas semanas excelentes para la música y muy mala para quienes pretendemos tener un espacio en dónde recomendar música.
Desde cosas como el bestial nuevo disco de San Benito; lo hermoso que suena el más reciente material de War Paint; ¿qué decir de Sharon Van Etten?, que siempre se las ingenia para conmoverme con su música hasta las lagrimas; lo increíble que es el segundo EP de Wallice, una chica que dejó el conservatorio de jazz para hacer pop alternativo y que también hay que tener en el radar.
Sin embargo, a pesar de que todos estos artistas sacaron materiales que valen muchísimo la pena y que recomiendo darles una pasada, esta semana voy a escribirles brevemente (porque al parecer, especiales como el de Beach House solo me gustan a mí jajajaja) de una de las bandas que más amo, siendo la tercer banda en mi lista sin las que mi existencia no habría encontrado sentido y que, definitivamente, esperaba muchísimo lanzara material.
Arcade Fire, banda creada en Quebec, Canadá, cuando varios estudiantes de artes respondieron a un anuncio del joven Win Buttler y su hermano, buscando gente con quien tocar, y que, en 2004, lanzó un disco que me cambió la vida (Funeral, si pueden escúchenlo primero). El proyecto se fundó con la idea de reflejar un poco el mundo en el que vivimos, pero sobre todo, lo que Win y compañía han ido viviendo.
Cuando en Funeral escuchamos frases que al día de hoy me siguen rompiendo como "My family tree's losing all it’s leaves", recordándonos en cada tema que el nombre de Funeral no era gratuito y hablaba perfecto de la sensación que nos queda cuando un familiar se nos va.
Cuando lanzan Neon Bible, el tema del disco es, precisamente, cómo el fanatismo religioso nos va orillando a lo peor del ser humano, desde crear "niños súper estrella de cine" hasta el vacío en el alma que nos deja sentir que somos mejores que los demás o que el cuerpo y el espíritu no se separan con nuestros demonios.
Esta tendencia cambió completamente con The Suburbs, en donde como el título lo menciona, es increíblemente deprimente la epifanía de que solo somos engranes en una gran máquina que nos escupe a criar familia en los suburbios, sin aspiración o salvación alguna.
Como pueden ver, la tendencia de Arcade Fire siempre es describir situaciones en las que nos cuestionamos qué significa ser un humano pensante en la tierra durante el año en el que sale cada disco, y WE (2022) es el último material de estudio después del nada exitoso Everything Now, que intentó hablar sobre la decadencia y consumismo sin imaginarse que estos sentimientos explotarían de manera colectiva un par de años después con la pandemia.
WE es esto: es el disco perfecto que necesitamos ahora que los conciertos regresan, que la vida parece irse normalizando después de la pesadilla y que, aún así, nos invita a reflexionar sobre el mundo que nos queda. "And we know that it's time to go. Heard the news on the radio. One last round before we go. Through the pain and the searing glow. And the oxygen is getting low. Sing a song that we used to know".
Y sí, ese sentimiento de mi vida y el mundo ya no son los mismos, están plasmados perfecto en un disco que, de inicio a fin, no tiene empacho en recordarnos que si bien todos somos seres reemplazables en la vida, también somos únicos en el sentido estricto de las experiencias que podemos compartir entre nosotros y lo mucho que podemos significar para los demás.
WE tiene una duración de 40 minutos y 18 segundos, esta semana los invito a reservar ese tiempo, ponerse los audífonos y disfrutar del mejor disco que nos ha regalado Arcade Fire en muchos años.
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