Por Sabina Sanled
Culpa a esa palabra no hablada, pero escuchada.
A la sinapsis del éter entre tu mente y la mía.
A aquella memoria creada (o tal vez no)
que danza en mi cabeza.
A este pequeño fragmento que invoca aparecerte.
No es mi sueño aquél que te ve aquí a mi lado, no,
esta mente llena de razón perturba la dulzura de mis frágiles ideas…
Mi sueño es, en cambio, más tenue:
Que algún día sin saber cuándo, cómo o por qué,
tus pasos y los míos crucen el mismo camino,
que en ti haya un poco de mí y ciertamente,
con un poco de tu ayuda,
sólo con una sonrisa o una gentil mirada,
derrocar esa tonta razón para perderme en la incandescencia de la locura,
Por si acaso.
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