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Foto del escritorStefani Pedroza @sigopacheca

Abrazando ser mujer



Soy una mujer nacida en la década de los 80’s, en donde si bien, hubieron revoluciones de todo tipo, el machismo seguía sumamente arraigado, justificado y normalizado.


Tanto en mi familia materna como paterna, podía ver el machismo por todos lados. Odiaba sumamente ver cómo a la hora de la comida los hombres se sentaban y las mujeres servían la comida como si fueran servidumbre, y odiaba aún más que al terminar todos de comer, los hombres se paraban de la mesa y se fueran a seguir disfrutando de su tarde, mientras las mujeres nos quedábamos recogiendo la mesa y lavando los trastes. Me recuerdo sintiendo un gran enojo, sobre todo porque siendo una niña, en mi vocabulario aún no existía la palabra “machismo” y no lograba comprender. ¿Por qué las cosas eran así? ¿Por qué yo debía de servirles a los hombres? ¿Por qué no hacíamos todas las actividades de la casa entre todos?


Entrando a la adolescencia y ya con más información, razonamiento y conciencia, comencé a tener muchos problemas con mis padres porque ya daba a conocer mis pensamientos y desacuerdos. Me molestaba aún más ver a mi papá sentado y a mi mamá super cansada haciendo las labores del hogar, llegué a enfrentar en numerosas cantidades de ocasiones a mi padre por no ayudar y mi mamá terminaba defendiéndolo. Hablaba mucho con mi madre para hacerle ver que eso no estaba bien, que en la casa vivíamos 4 personas y las 4 debíamos aportar, cosa que en su momento ella no comprendía y todo lo anterior mencionado me convirtió en la “oveja negra” de la familia, puesto que soy la nieta más grande de ambas familias y en ese momento no había nadie que empatara con mis ideas.


Llegó un momento en el que sí creí que solo yo pensaba así y que la que estaba mal era yo. Por lo que cuando se intensificó todo este movimiento feminista me sentí muy identificada y me sentí sumamente comprendida, que pertenecía y apoyé el movimiento. Comencé a ver en los últimos años a muchas mujeres quitándose el velo, alzando la voz y abriendo los ojos, enfrentando su realidad y dispuestas a cambiarla, dispuestas a enfrentar a quien fuera para dejar de ser sobajadas, violentadas, abusadas y asesinadas.


Lo anterior me hizo ver mucho hacia mi interior a conocerme como mujer y aceptar que había que cambiar muchas cosas, tanto en mí como en la sociedad en general, y comencé a conectar nuevamente con mi feminidad, que por desgracia había perdido en mi lucha interna por no ser servidumbre de ningún hombre, porque me di cuenta que ser mujer no es malo, ser mujer es lo mejor que un humano puede experimentar. Hoy en día amo ser mujer y lo abrazo con toda mi alma. Me di cuenta que lo que esta mal es la desvalorización que la mujer vivió por tantos años, cómo se le enseñó y plantó tan adentro a la mayoría de los hombres (porque no todos son así) que una mujer solo servía para el hogar, para tener hijos y que prácticamente vieran a las mujeres como un pedazo de carne. Lo que esta mal es que como padre o madre le digas a tu hija que atienda a su hermano solo por ser hombre, lo que esta mal es que un hombre que tiene muchas parejas sexuales sea un "ganador" mientras que la mujer que disfruta abiertamente su sexualidad sea una “puta”, lo que esta mal es ser mujer víctima de violación y te digan que fue tu culpa por como te vestías o por el lugar en el que estabas o por lo que sea, lo que esta mal es que te digan que debes encontrar marido si no vas a tener valor en la sociedad, lo que esta mal es no poder subirte a un taxi sin el miedo de terminar abusada y muerta.


Aprendí también que no es una lucha contra los hombres, porque como en todo, hay hombres buenos y hay hombres malos, esta lucha debe ser por la equidad, porque todos vivamos en armonía y paz, sin miedo, con la libertad de caminar por la calle a la hora que sea, sin miedo a ser abusados o asesinados, con derechos y libertades, con calidad de vida y recordar que somos unidad.


Me llena de orgullo ver que la nueva generación de mujeres, son mujeres empoderadas, son mujeres que están luchando por su libertad en muchos aspectos, son mujeres que alzan la voz, son mujeres que disfrutan su sexualidad sin prejuicios, son mujeres que están educando a sus hijos para respetar a la mujer, son mujeres que apoyan, son mujeres que se cuidan una a la otra, son mujeres que se expresan a través del arte, de sus cuerpos, mujeres que toman cada vez más el mundo de la política, mujeres que no se callan. El silencio es lo que nos está matando, no te quedes callado cuando veas machismo, acoso o cualquier tipo de violencia hacia una mujer. ¡Alza la voz! Es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros. Y sí, aún queda mucho camino por recorrer, aún falta mucho por tirar y volver a construir, aún falta despertar a muchas de nosotras, pero se lleva un buen camino recorrido.


Hoy más que nunca celebro ser mujer y hoy más que nunca, abrazo ser mujer, abrazo mi feminidad y la defiendo, contra todo y contra todos, y grito con todas mis fuerzas ¡Viva la vulva!

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