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Foto del escritorCámara rota

¿A quién le pertenecen las calles?



Por Ivanna Torres 


La globalización además de aportar progreso a sus habitantes inculca malas prácticas que se propagan entre países rápidamente, me refiero a las acciones que se toman contra las personas sin hogar; ciertas partes de la ciudad están diseñadas para que grupos marginales residan en zonas remotas. 


Cualquiera de las zonas gentrificadas y/o turísticas de la ciudad de México, se  encuentra vasta de mobiliario urbano con características particulares como bancas  verdes en el parque con divisiones para cada usuario o banquetas intransitables. Probablemente no nos percatemos de esto, dado que nuestro privilegio nos lleve a  asumir que son elementos más de la arquitectura moderna de nuestra ciudad. 


La arquitectura hostil no es más que una tendencia de diseño que se encarga de  alterar los espacios públicos con la finalidad de que personas en situación de calle  no tengan un espacio donde dormir. 


Hacemos como que no vemos a esas personas sin hogar e incluso algunos tienen la osadía de despreciarlos como si no tuvieran ya suficiente con la desigualdad de la que son sujetos cada día. 


Los vemos en el parque, en el metro, en las banquetas o afuera de los  restaurantes, son parte de nuestro entorno; si producto de la desigualdad social,  no tienen un lugar seguro qué habitar ¿por qué no podrían hacer uso de las calles  que no le pertenecen a nadie y por ende son de uso público? 


Todas las personas deberían de tener acceso a una vivienda digna, un lugar al cual pertenezcan y donde puedan sentirse a salvo. 


No existe ni siquiera un censo que pueda brindar datos certeros de cuantas personas en la ciudad se encuentran en esta situación, ya que los datos del INEGI  solo se basan en viviendas y para el caso de personas sin hogar, sólo se hace un  conteo de personas que residen en dormitorios públicos, refugios o albergues. 


Diversos factores, ajenos a la sociedad son causantes de la exclusión social, aunque esta, de alguna manera mantiene el estigma hacia las personas en  situación de calle. 

 

Adjetivos como "vago", "delincuente" o "drogadicto" repercuten en que prevalezca este estereotipo de que viven en la calle porque quieren, como si las calles sólo fueran para uso de los dominantes, aportan a su deshumanización al grado de que algunos los asocian más con animales que con personas. 


El espacio público ha dejado de ser público, la privatización de las calles segrega a los grupos marginales a causa del clasismo que se vive todos los días en nuestra sociedad.


Son víctimas de constantes cambios a raíz de estos prejuicios en los que se ven  obligados a dejar un sinfín de veces los lugares en los que residen. 


La situación de calle es un tema muy estigmatizado del cual la sociedad no se hace responsable dado que es un fracaso de sí misma.  


Como pertenecientes a ella debemos de eliminar estos prejuicios y hacer  conciencia de cómo los lugares que antes eran públicos, ahora no permiten el ejercicio de los derechos de todos los seres humanos impactando en mayor medida a las personas que no cuentan con un hogar.


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