Por Aarón Tenorio
Noches invernales llegaban
a su fin.
Cálidos vientos de
primavera empezaban a
mostrarse
pero el frío se resignaba a
despedirse de esta caótica
ciudad.
El sol de invierno todavía no
era sofocante como el de
primavera
y los pájaros apenas se
escuchaban en los fríos
amaneceres.
Sentado en el parque,
mirando al vacío.
Después, mis ojos observan
a la gente
como se apresura para
llegar a sus destinos.
Ella estaba entre esa
multitud, vientos de invierno
acariciaban su pelo castaño.
Nubes se cernían sobre el
silencioso parque.
El ruido se desvanece y solo
se escucha el murmullo el
viento.
Miradas que se encuentran
de un momento a otro
No resisto aquella
imponente mirada.
Desisto, y huyo de ahí como
un temeroso ciervo.
Impotencia acumulada por
no poder soportar aquella
mirada
Latidos de corazón que se
hacen más rápidos.
Miedo que recorre todo el
cuerpo.
Quisiera que esas
sensaciones desaparecieran
en segundos
Pero no puedo, siguen ahí
como la cicatriz de una
herida.
Volviendo al mismo punto
de antes
solo encuentro una multitud
menos numerosa.
Cielo oscuro y estrellado
ahora invaden el silencioso
parque.
Mañana me sentaré en este
mismo sitio
esperando volver
encontrarte…
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